miércoles, 25 de noviembre de 2009

COMO CASI TODO

Siente el vértigo sin ver el riesgo, irracional, como casi todo. Se estrella contra sus labios secos y se repite que no volverá a intentarlo…busca la fuerza y sólo siente el vértigo. Acaricia su rostro con la mano dormida y el cosquilleo se convierte en un dolor insoportable. Las ganas de perder han vuelto a ganar y sólo queda dar el salto…hacia atrás y mirar hacia adelante con los ojos en la nuca. No hay dolor cuando no hay verdad asumida ni hay mentiras en un universo de intentos constantes. Alguien dijo adios, pero no pudo ver quién fue porque estaba llorando a escondidas.
TREA

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Procastinación


Porqué tendré siempre esa voz en mi cabeza, esa voz en off que me narra cada pequeño acto. Esa voz que me recuerda todos los propósitos que me hago y que no cumplo. Dios mío, esos propósitos… cómo los odio!… “venga, que hoy puedes!. Seguro que eres capaz de no pagar por una vez en el U-bahn… pero acaso piensas de verdad que va a haber un revisor un sábado a las 3 de la madrugada para controlar a tanto borracho!!?. Venga!, hoy lo hago!, lo compro pero no lo pico”… y nada, al final acabo picando, y como es de esperar no pasa ningún revisor. “bueno, pero mañana lo haré. Mañana me cuelo, eso, eso. Mañana también me pongo a régimen y así cuando vaya al pueblo mi madre no me dirá nada sobre si estoy más gorda”… y llega mañana… “va!, pero si todavía queda mucho para que vaya, y ese muesli con chocolate encima de la nevera me está llamando. Venga, sólo hoy, un poquitín sólo. Total, luego me pongo a régimen una semana antes de ir y ya está!,”… y llega el día, y me voy a España y sigo igual, y mi madre que si a ver si adelgazo y pienso: “bueno, para navidades cuando vuelva voy a perder cinco kilos… mañana, mañana… ya mañana todo. Le compraré la cuerda al violín y me pondré a aprender… pero si yo lo que quería era un chelo!, el violín es tan pequeño!, mis manos tan grandes, pero un chelo, ay!.. mañana busco uno en Ebay. Mañana dejo de beber, de fumar de… vaya coñazo, mañana haré lo que me de la gana.

Dele

lunes, 12 de octubre de 2009

SINAPSIS

(Hoy aquí, otra vez, haciendo mal uso de la escritura, disponiendo de ella como escapatoria a mi estado de ánimo. Esto no está bien. De ahí sólo sale la mala escritura. Mejor nos callamos).

Extiéndeme la mano y no la uses para tapar tu rostro impoluto. ¿Siempre te pica el mismo bicho? Déjate las gafas, digo los anteojos, me refiero a los espejuelos. ¡Espejuelos! ¡Qué divertido! Gafas ya no me hace gracia. Dame la mano, por favor, no te retires. Quédate aquí que para algo te he llamado. ¿Me escuchas? No te oigo. ¿Qué dices? Discúlpame, pero no entiendo tu lengua bífida ni comparto el mismo parecer de los ofidios. No es que discrimine. Todos tenemos un alma, la sustancia igualadora. ¿Te das cuenta? Igualadora, sí. ¿Pero es sustancia? ¡Qué pregunta imbécil! ¡Ven aquí te digo! Quédate a recibir los latigazos que te mereces. Descubre tu cuerpo ante mí. Laceración. ¿Es que no me importa nada? ¿Es que no hay lágrima que me conmueva? No. Ya no oigo los gritos, ya no me mojan las lágrimas. ¡Despierta de una buena vez! ¡Abre los ojos! La tomo entre mis brazos, la sacudo. No sabía que los muertos pesaban tanto. Recibo otra bofetada. Bofetada, qué palabra mediocre. Soplamocos, sopapo, tortazo, revés, papirotazo. Habiendo tantas posibilidades tenía que elegir esa palabra. Palabra. Palabra. Palabra. Unión de palabras, reunión de palabras, acariciar con ellas la mediocridad. ¡Qué placer! Acariciar con ellas la mediocridad. Practicar palabras. ¡Cuándo aprenderé que las palabras no se buscan en el diccionario! Ese elefante rosado que vuela encima mío. ¿Qué es peor? ¿Qué se me caiga encima o que me cague encima? Que me cague, cague, cague. Defecar, deponer, evacuar, excretar, descargarse. Más que descargarse es alivianarse, aliviarse, desprenderse, es regalar algo al mundo, un proceso. Actuar de acuerdo a lo que se piensa. Imposible. La perfección. Imposible. Acercarse a ella. ¡Eso! Acercarse a ella. Acabar la idea de la perfección. Nunca se acaba pero el trabajo es bonito. Ni mil años alcanzan. Ni dos mil, ni tres mil. ¿Cuatrocientos treinta y dos mil quinientos ocho? Quizá. Quizás. Tal vez. Por ahí. Acaso. Probablemente. Descubrir el espiral, la base del pensamiento científico, la base de la estructura dialéctica de pensamiento. La contradicción escondida. La forma replegada. El sumo pontífice y los condones. Un cacho de plástico. ¡Un cacho de plástico! Bombas, bombas y más bombas. ¡Por Dios! Si es tan amable ¿no me bajaría una listita de valores? Me refiero a una escala. Derechos humanos, bla, bla. Derechos del mosquito, derechos de la vaca, derechos del puerco. Chancho, cerdo, gorrino, marrano, guarro, cocho, cochino, cuino, verraco. Palabras. Sinapsis. ¡Eso! Sinapsis. Izquierda, derecha, izquierda, centro. Una mano sigue a la otra. Un pie sigue al otro. Coordinación, descoordinación. Damos de beber agua al camello. Él y sólo él. Él lo sabe. A él le fue revelado el principio de la primitividad. Él. Los ojos disparados. Los ojos que ya no ven para afuera, que ya no perciben el exterior. Sólo miran dentro. Ojo con el estar-en-como-tal. Hay afuera. El miedo es el afuera, los otros son el afuera. Otra vez te levantas, otra vez suenas, otra vez me corres con la falta de energía. ¿Es que no te he dado suficiente de beber? Odio tener que ocuparme de los demás. Odio tener que torturar. Odio administrar el mal, el bien, los juegos simétricos de los dedos, la música átona, el viento. ¡No me mientas por Dios! La mentira no sirve. Digamos lo que hay, no digamos lo que no hay. ¡Cuántas cosas funcionarían mejor! Que tiempo insoportable. El condicional es detestable. El condicional no debería existir. El subjuntivo tampoco, el futuro menos que menos. Presente y pasado. Basta.

J.M.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Algo parecido al olvido

No he guardado ningún recuerdo de ti.

Ni del tacto de tus intenciones

ni del sabor de tu risa

ni de tu intensidad al clavarse contra mi piel.

No me he quedado nada y lo he hecho a propósito, para no deberte nada, no tener nada que devolverte, para no poder pasear cada día por noches del pasado.

Y cuando me asalta este estúpido vacío, que tan bien conozco por egoísta y recurrente, miro hacia otro lado y no veo tus ojos…porque no los recuerdo.

Es entonces cuando siento unas ganas incontrolables de volver a conocerte.

TREA

martes, 4 de agosto de 2009

NO CARTA

No le escribió la carta. Se lo estuvo pensando un rato y al final no le escribió la carta. Para qué!? Llevaba una hora sentada con el lápiz en la mano y el folio en blanco. Con las ideas en la cabeza, diciéndolas en alto como si fueran a convertirse en palabras escritas, así, de golpe. Pero no las escribía. Cuando le había tenido delante para decírselas le faltó valor. Se pasó todo el rato pensando que en cuanto llegara a casa le escribiría una carta con todo lo que quería decirle. Él se iba a ir igual, pero al menos leería todo lo que había en su cabeza.

Pero no la escribió. Ni se dio cuenta. Cuando acabó de decir en alto todas esas palabras sin destino de convertirse en tinta dobló el folio en blanco, lo metió en un sobre en cuyo reverso escribió “Sólo una carta” y bajó a dejársela al camarero del bar de debajo de su casa, en el que se veían siempre. Aún, mientras bajaba las escaleras iba pensando que no le había dicho todo lo que él debería saber, pero pensó que si él quería saber algo más debería ir personalmente a preguntárselo.

No puso remite, para qué!? Él se iba ir igual escribiera o no en el sobre que esa carta en blanco la había no escrito ella. Cómo iba a dudar de quién era!?

Cuando tuvo la carta en sus manos le faltó el valor para abrirla. Se la guardó sin mirarla, sin dejar que el camarero le explicara cómo había llegado hasta él. Le había costado demasiado tomar la decisión de irse y sabía que una sola palabra de ella podría cambiarla. Tuvo el sobre en la mano durante horas, mirando fijamente las letras temblorosas que conformaban tres simples palabras “Sólo una carta”. No había remite, pero era su letra, tenía que serlo. Se le hacían pocas las letras del reverso de ese sobre tonto. Le apetecía abrir la carta, sin leerla, sólo para ver más letras que habían pasado de su cabeza al lápiz y del lápiz al papel. Pero no lo hizo. Para qué!? Tenía que irse de todas formas y era más fácil así, sin que ella hubiese dicho nada tras enterarse de la noticia. Con la única imagen de su estúpida sonrisa en unos labios sellados que no habían dicho ni una palabra. Ni una de las palabras que quizá ahora había escrito. Qué querría decirle ahora!? Ahora que las maletas estaban hechas y las decisiones tomadas.

No la leyó. Le acosaba ese sobre que debía contener lo que ella nunca le había dicho. Las palabras cuya ausencia había sido el punto decisivo para irse. Quizá sólo era un adiós, un “buen viaje”.  Le pudo más el miedo a esta última idea que el miedo a que fuera una carta en la que le pedía que se quedara, así que la quemó.

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Se despertó enfadado. No debería haberla quemado. Qué decía!!Qué decía la carta!? No podía irse sin saber lo que ella quería decirle. Quedaban dos horas para marcharse. Aún tenía tiempo de ir a su casa y preguntarle.

Cuando llegó a su portal no pasó de esa primera puerta. No sabía donde llamar ni cómo explicar que había ido hasta allí sin leer la carta. Cómo iba a decirle que la había quemado! Igual no era necesario decirlo. Si le había pedido que no se fuese y le veía en la puerta creería que él no pensaba irse y le abrazaría. Pero no podía moverse. Le pudo más el miedo a que ella hubiese escrito sólo un adiós y al verle allí pensara que era un idiota. Que qué hacía allí!? Que para qué!? Si ella nunca le había pedido que fuese a llamar a su puerta. Si ella nunca le había pedido nada, ni siquiera aquella primera noche en que se vieron en el bar que separaba sus portales, ni el día en que fue el camarero de ese mismo bar el que después de verles sentarse uno junto al otro, sin hablar, cada día durante 3 anios tuvo que darle la noticia de que él se marchaba porque a él le había faltado valor para contárselo...como todo lo demás.

Ella seguía dándole vueltas a la idea de que debía haber metido algo más en la carta. Pero si hubiese merecido la pena decirlo él no se habría ido. Porque él ya se habría ido, no?

A él se le estaba haciendo tarde, parado como un imbécil frente a una puerta cerrada. Se le ocurrió que si la puerta estaba cerrada era porque debía estar así. Si ella le estuviera esperando debería haber dejado la puerta abierta.

Decidió ir a ver si él ya se había ido. Cuando abrió la puerta del portal y le vio supo que había merecido la pena esperarle, guardarse la información más importante para ese momento, guardarse la primera respuesta... y leyó la pregunta en sus ojos: Me llamo Luz.

viernes, 3 de julio de 2009

CADÁVER EXQUISITO

No es fácil querer, ni perder, pero a veces es mejor y a veces peor. Una chica fue la que sin decirme nada me dejó ver lo que escondía la Navidad, que vino y se fue como cualquier primavera, cualquier día anterior…todos menos hoy porque el hoy duele aún cuando lo pensemos mañana, aunque lo que pensemos mañana serán puros espejismos….

Dele, Nico, Oscar, Trea, Eleni y Jose 

sábado, 20 de junio de 2009

CARACAS

Vista desde el Ávila, Caracas parece una enorme feria llena de luces en movimiento. Cuando el teleférico emprende su bajada hacia la ciudad, dejando el mar al otro lado de la montaña, uno tiene la sensación de estar deslizándose hacia algo precioso, vivo, único.
- Todas las lomas que se ven con bombillo blanco son barrios. Los trajeron los cubanos. Son de esos que ahorran energía. Ahora ya no se nota tanto, porque se han ido gastando y la gente ha vuelto a usar los bombillos de siempre, los amarillos. Dile a alguien de un barrio que se gaste diez veces más en un bombillo que ahorra energía.
Sonrío. Evidentemente no se lo diría, sobre todo porque no iría allí. Sobre todo porque los barrios sólo parecen ser parte de Caracas desde el Ávila, por la noche, con sus bombillos blancos. Por el día son parte inerte del paisaje, con sus casitas de ladrillo mal hechas amontonadas en las lomas, desafiando a los rascacielos de la ciudad… como azulejos baratos en un baño de lujo, impregnándo la ciudad con su pobreza y sus supuestos…su supuesta violencia, su supuesta ignorancia, su supuesta vida.
Para comprobar que los barrios de Caracas también existen hay que fijarse en ellos, atentamente (aunque nadie lo diría se ven igual desde cualquier rincón). Sólo así te das cuenta que sobre el tendido eléctrico de palos débiles y torcidos siempre hay alguna cometa volando. Una de esas cometas caseras hechas con cuatro palos y una bolsa de plástico. Sólo entonces te das cuenta que esos bultos negros que sobresalen en los cables y que a lo lejos parecen una bandada de cuervos amenazante no son mas que cientos de cometas enredadas en los cables, quizá miles. No son cuervos, son cometas. Pero nadie mira.

martes, 19 de mayo de 2009

A Crecen..

Se ha quedado mucho y se ha ido tanto,
te has ido sola que es lo que me puede
y se me encoge el alma de tristeza..
qué miedo morirse solo, pero no queda otra, y qué triste.
Toda la vida dando, amando para acabar sumida en el dolor,
qué injusto!, qué rabia!
Eras una niña grande con toda la desgracia de la madurez,
qué raras somos las personas y la vida!
Me gustaría creer que te has ido a un lugar mejor,
pero ya no puedo porque creo que ya no creo.
Contigo se fué la prueba de la magia de mi niñez..
Cuánto, cuánto, cuánto me duele no haberme despedido..!!

todo mi amor...

Bárbara
19 de mayo de 2009

jueves, 7 de mayo de 2009

Cuando siempre está oscuro y hace frío no debería ser pecado ser adicto a todo tipo de cobardías o hacerse un maestro en el arte de fabricar excusas, para no tener que volver a dar nunca explicaciones.
Ser capaz de convencer a todos menos a mi misma es un talento que sólo yo me reconozco... porque sólo yo me lo conozco.
Y si sale el sol y la luz se transforma en lucidez al cruzar mis párpados puedo permitirme el lujo de decir alguna verdad sin esperar que nadie me pregunte por qué ahora?
TREA

lunes, 13 de abril de 2009

Berlín

Berlin está tan lejos que me fatiga ubicarlo en el mapa,
todavía me resulta más difícil imaginarte en ese punto aséptico saltando libre
por los vagones del metro, loca porque la ciudad se ha puesto el reloj
en el culo y apunta con las horas cualquier viaje a ninguna parte.
Berlín queda lejos. Donde yo acabo empiezas tú; pero tú
empezaste antes, y ahora, no puedo seguirte con mi tambor estático,
golpeando los días con las mismas notas y entonces es cuando
la paloma me visita, desordenada, quedándose durante horas impávida
mostrándome las últimas instantáneas.
Eres mujer de viento, y tal vez yo sea el otro extremo de la
cometa, el cabo que te sujeta mientras izas la vela y te conviertes
en una nube. Quizá no te veas etérea con el volátil cuerpo de una
libélula aleteando de un sitio a otro. Yo soy más terrena, más de echar
raíces, más de escarbar en madrigueras, más de tocar el barro con las manos,
sin embargo; me gusta verte planear como una gaviota sobre su charco.
Tu lágrima ha buscado el surco de mi ojo a través del hilo
telefónico, y percibo ahora el peso de tu ausencia, no estás aquí, no estás
aquí y todo este espacio lleva nombre de mujer troyana. Y lo pronuncio sin eco
aunque resuene en mi cabeza. Todo este espacio es tuyo el aroma que respiro
arrastra tu recuerdo.
Aquel día intentábamos ponerle andamios al mundo, pero el
mundo escurridizo ignoraba toda clase de intenciones, y empezamos
a preguntarnos cuántos nudos tiene esta manta que nos tapa
¿Cuánta gente duerme con la noche, porque sólo tiene noche
en sus bolsillos y paga con estrellas y bostezos de media luna?
Y no te resignas a guardar el botiquín y las recetas, y vas
pregonando que parirás niños negros, porque en África las sonrisas
nacen de la tierra, y se enredan, y suben y te salen al encuentro.
Sí. Las risas infantiles destejen las mujeres en las que nos
hemos convertido; esas risas diáfanas tiran del hilo y nos transformamos en
madejas desgreñadas de donde salieron nuestros cuerpos, la primera materia
prima que se engarzaba sobre las agujas y nos ajustaba la piel.
Yo te esperaba, te esperaba con el silencio mordido y la soledad
de la luna colgando de mi mano. Llegaste en primavera, puntual
como quien va a nacer y trae consigo la canción de la rosa roja
con todas sus espinas. Y creciste; hiedra que aventura sus raíces
a grandes zancadas y te traigo a este recuerdo para buscar ese
resquicio de niña larguirucha que jugaba con los pulpos en el mar, esa niña de
sal y de arena.
El tiempo se ha detenido en este pétalo deshojado como una
isla independiente, y sigues estando aquí, aunque el mar haya devorado tus
pisadas, y las olas me susurran el cuento del cangrejo que caminaba de lado, y
de aquel horizonte por explorar encima de una tortuga imaginaria en la cual
remabas con tus brazos. Quizá sea una burbuja este recuerdo, y que haya
explotado el día que escapaste con sólo un pie en la mochila, habías
plegado el camino para que te cupiera un trozo de mundo,
pero la manzana aún estaba verde y no le salieron ojos que miran hacia dentro.
No era tu circo hacer equilibrios sobre los tacones de la cuerda tensa,
ni querías ser la araña doméstica de todos los rincones de una casa.
Desde ese día colgaste tu vestido que cayó entre el blanco y el negro,
el camino de en medio que te llevó a Berlín, la ciudad en donde empezar 
desde cero, la cuenta atrás hacia tu salida a la carrera de obstáculos.
Tan sola como el garabato en medio de una hoja en blanco.

Laurel Sánchez

sábado, 11 de abril de 2009

Samstag

Es ist Samstag, ein Sonnensamstag wie mir scheint. Die Zeiger der Uhr nähern sich der elften Stunde und mein blasses etwas verrotztes Antlitz schreit nach Licht und Wärme, was zur Folge hat, dass ich ausziehe was man auf städtischen Balkonen eben ausziehen kann, um mich in Begleitung von Kaffee und Wassermelone durchfluten zu lassen.
Es ist Samstag und ich wachse und schrumpfe zeitgleich. Obwohl dieser Lebensmorgen wie ein weiterer im unendlichen Meer an Tagen erscheint so ist er doch besonders.
Besonders schmerzhaft und verzweifelt.
Besonders laut und drängend.
Ich bin die Welt umarmend erwacht, habe sie und mich dann in Tränen voll Traurigkeit ertränkt und trete nun seit geraumer Zeit wütend auf ihr herum.
Meine Freunde, die Tauben auf der Linde vorm Haus, betrachten etwas besorgt meinen Kampf. Die Traurigkeit hat sich an Land gerettet und versucht mir mit mehr Zärtlichkeit erneut zu begegnen. Weder Bitten noch Flehen lassen sie davon abbringen. Sie ist härtnäckig. Ich auch.
Die Sonne bleibt von all dem Spektakel unbeeindruckt und tut was zu tun ist.
Hoffentlich ruft niemand an und gibt gute Ratschläge.
Es ist Samstag und ich überlege ob es etwas zu überlegen gibt und wenn ja, ob es sich um überlegenswerte Überlegungen handelt. Um überlegene oder verschüchterte, leise oder laute. Und während ich mich meinen Überlegungen ergebe, übergebe ich mich unterlegen. Wörter fallen vom Himmel und zerlegen mich. Als ich vor einigen Jahren aus Mamas warmen Fruchtwasser in die längste Nacht des Jahres glitt, wurde es offensichtlich versäumt, mir eine Gebrauchsanleitung beizulegen, so dass es mir nun kaum gelingt mich wieder zusammenzufügen.
Es ist Samstag. Freier Tag. Frei von was und mit wem? Sind nicht alle Tage frei? Und wir? Jeder ist so frei wie er kann, meint Dota. Und wenn er mal nicht kann? Was ist er dann? Freier Tag. Samstag.
Unbändige Windstösse im Straßenbild vermischen sich mit zerbrochenen Gedanken. Es ist Nacht und befremdlich anders. Die Stadt schwankt und ich mit ihr. Wirrnis zieht durch meinen Kopf und selbst mein Atem riecht nach Verfall.
Ich habe mich in diesem Tag verirrt und fluche, weil ich den Farbkasten meiner Kindheit nicht aufbekomme. Ist meine Lieblingsfarbe vielleicht schon ausgetrocknet oder gar alle? MEIN FARBKASTEN. Ich hab ihn lang nicht mehr benutzt.
Es ist immer noch etwas übrig vom Samstag. Der Wind fegt durch das alte Holzfenster, sein Atem ist frisch und riecht nach Bestimmtheit.
Mein Mund ist offen wie der eines Fisches und aus demselben Grund.
Es ist Sonntag.

Malvina

jueves, 2 de abril de 2009

Si me vas a mirar

Si me vas a mirar que sea con motivo, consecuentemente,
pero si no, no malgastes luz en un destello vacío. Déjaselo
a alguien que no tenga que demostrar nada, a alguien que
le nazca la mirada sólo con tenerme enfrente.
Si me vas a mirar, procura que sea limpia y líquidamente y
que fluya entre tú y yo serenidad y silencio.

Dele
Qué hay donde acaba el camino, preguntas…
Y yo te digo: anda!
Hacia dónde y por qué si ha de tener un fin…
Y yo te digo: no preguntes.
Cómo se sobrevive cuando se ve tan claro el rostro de la muerte…
Y yo te digo…calla!
Cómo callar cuándo al fin vienen a la cabeza todas las preguntas…
Y ellos me dicen, anda, calla, no preguntes….

TREA

El café círculo

El Café Cinema huele a besos olvidados. No sé si el resto de la gente que comparte conmigo las tazas y las cucharillas cien mil veces lavadas lo nota de manera tan intensa como yo, pero para mí está claro. Desde el primer día que me senté a solas en una de sus sillas de madera vieja me atrapó ese olor rancio que deja el amor que se entrega y no llega a su destino. Creo que las primeras tardes que pasé en él, escondido tras mi libro, buscando parecerme a cualquiera de los personajes de las historias que leía, sólo intentaba hacer palabras ese olor, la dulce pesadez de su ambiente.

Hay pocas mesas en el café. A partir de las 7 de la tarde es difícil encontrar un hueco entre las voces, los abrigos y las miradas curiosas de los grupos que ocupan mis sillas, pero antes... entre las 3 y las 6, es un paraíso de melancolías y novelas de biblioteca. Nunca más de 10 personas a la vez, nunca más de 4 en compañía, nunca una vela apagada. Seis solitarios por día buscan las palabras que quedan atrapadas en los besos que no se devuelven.

El joven de mirada ausente que lió quince cigarrillos mientras esperaba – a quién? Me preguntaba yo – a la pelirroja de ojos tristes que se disculpó por su tardanza como el que pide perdón por nada y suena casi a reproche. La pelirroja de ojos tristes que sonrió distraída al joven de mirada ausente cuando él se sentó en una silla más cercana para rozarle, al menos, las rodillas de pana con su rodillas vaqueras. Y un beso de rodillas rechazado por la pana, no devuelto. Y un cigarro encendido, seguido por un humo que cuenta una desilusión.

La estudiante francesa que escondía sus complejos bajo amplios jerséis y sus delgadas cejas tras unas gafas de pasta negra. Sus uñas, mordisqueadas, delatoras, ansiosas de convertirse en garras que arañasen una rodilla vaquera. Siempre pedía tabaco en bajo y amor a gritos, pero sin palabras, con gestos mudos ignorados por miradas ausentes.

La tarde que encontré las palabras fue por un simple error de cálculo. Incluso podría echarle la culpa a la red de transporte público. Una estúpida avería en la línea 8 me hizo pasar demasiado tiempo en un andén de metro gris y silencioso, así que las últimas cien páginas de Tantas veces Pedro que me había reservado para mi hora larga -dos horas - en el café, se quedaron en 37 diminutos trozos de papel impreso que devoré en menos de media hora. Pero no podía irme, no tan pronto. Acortar así el mejor momento del día era como decidir no levantarme de la cama. Por otro lado era casi un desafío. Me había quedado sin escondite, me habían destruido la trinchera, ahora tenía que huir o afrontar el cuerpo a cuerpo.

Esa tarde éramos sólo siete, cinco buscapalabras y una pareja que se besaba con todo el cuerpo, desde los pulgares de los pies a las puntas de las pestañas, olvidando los labios en el camino. Con la boca se hablaban y, si no hubiese sido un gesto absurdo (exagerado e inútil, debería añadir) creo que se habrían puesto las manos detrás de las orejas para demostrarse el uno al otro que escuchaban cada letra de cada sílaba de cada palabra de cada frase de cada conversación que uno u otro pudiese encontrar interesante. Estaban sentados en el otro extremo del local así que yo no podía oír sus conversaciones. Después de un rato intentando averiguar lo que decían pensé, no les oigo porque de esa mesa no salen las palabras, se quedan en sus oídos, en sus mentes, en sus futuros recuerdos. Cuando se besaron en los labios casi escuché el suspiro de la gatita francesa de garras mordisqueadas (o era yo mismo?). La expresión sellar los labios con un beso cobró un sentido nuevo para mí, de ese beso no salía nada, se guardaban todo el sentimiento entre sus lenguas, sus paladares y sus dientes. No me parecía normal – ni justo – tanto amor, a esa hora de la tarde y en mi café.

Dónde van los besos que no se devuelven? Los de las parejas aburridas que llenan el café a partir de las 7 y no se miran casi al hablar, no se escuchan casi al oír y no se besan con los pies ni con las rodillas ni con ganas? Hay besos que salen de corazones ilusionados y caen en mejillas desinteresadas y frías. Se escapan sus palabras, se escapa su amor, bocas que vomitan ilusiones y sueños que se van por el váter al tirar de la cadena.

Y ahí estaba esa pareja, recogiendo de las paredes el amor que otros tuvieron que abandonar por no encontrar dónde dejarlo. Podría describirlos con exactitud. Ella era beso y él palabra. Ella era gesto y él sonido. Ella era tú antes de ser mejilla y él era yo un día antes de quedarme mudo, ciego y sordo. Eran un recuerdo mío que algún día se convertiría en su propio dolor. Pero qué hermosos estaban convirtiendo en palabra la dulce pesadez de mi café de los besos olvidados.

TREA


"Café Cinema"



Dele

Cuello a rosca

Siempre pensé que tenía el cuello a rosca, o al menos eso era lo que mi familia decía ser el rasgo que nos caracterizaba.
A menudo intenté desenroscarme la cabeza agarrándomela con las manos y girando, pero la cosa no cedía. Un día pensando que tal vez la rosca de mi cuello se habría oxidado, opté probar por la fuerza, así que cogí una toalla del baño, me la lié al cuello y comencé a tirar de ambos extremos, pero nada, tan sólo conseguí que unos lagrimones como puños saltasen de mis ojos que acompañaban a una cara roja como un chorizo.
Tras este angustioso y fallido experimento llegué a la conclusión de que la anatomía humana y más en concreto la de mi familia no era lo mío.

Dele